O pasado día 19 finou Umberto Eco, un dos máis importantes e coñecidos escritores italianos da nosa época, ademais de ser filósofo experto en semiótica. Queremos destacar a súa valía, que coñecimos a través dos seus libros, sexan ensaios ou novelas, e artigos, cun pensamento forte que axudou a descifrar múltiples aspectos da realidade cultural, en concreto sobre os "medios de comunicación de masas".
>>Umberto Eco era tan famoso por su creación intelectual como por sus lúcidas y polémicas declaraciones mediáticas.
Tras el fallecimiento este viernes a los 84 años del autor de libros como El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault, BBC Mundo recopila un decálogo de frases suyas sobre distintos temas.
1. Sobre los libros
"Los libros no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa". El nombre de la rosa.
2. Sobre los padres
"Creo que aquello en lo que nos convertimos depende de lo que nuestros padres nos enseñan en pequeños momentos, cuando no están intentando enseñarnos. Estamos hechos de pequeños fragmentos de sabiduría". El péndulo de Foucault.
3. Sobre Dios
"Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no quiere decir que creen en nada: creen en todo".
4. Sobre el amor
"El amor es más sabio que la sabiduría".El nombre de la rosa.
5. Sobre los héroes
"El verdadero héroe es héroe por error. Sueña con ser un cobarde honesto como todo el mundo".
6. Sobre los villanos
"Los monstruos existen porque son parte de un plan divino y en las horribles características de esos mismos monstruos se revela el poder del creador". El nombre de la rosa.
7. Sobre la poesía
"Todos los poetas escriben mala poesía. Los malos poetas la publican, los buenos poetas la queman".
8. Sobre el periodismo
"No son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta noticia". Número cero.
9. Sobre internet
"Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles". Eco al diario La Stampa.
10. Sobre la corrupción
"Hoy, cuando afloran los nombres de corruptos o defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y solo van a la cárcel los ladrones de pollos albaneses". Eco a la Agencia Efe.
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>>Enlace ao filme "O NOME DA ROSA", baseado na súa obra homónima, de seguro que vos engancha coa súa intriga no contexto dun mosteiro medieval:
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>>Tamén vai esta reflexión de Umberto Eco sobre o papel do/as profesore/as na época da Internet:
¿De qué
sirve el profesor? Por Umberto Eco
Publicado en La Nación de Argentina.
¿En el
alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que,
dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la
impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa.
Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho:
"Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"
El
estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores
dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía
transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en
la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los
hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no
digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la
del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños
en la esfera de la vida extraescolar.
De pequeño,
mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal,
tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído
en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la
radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la
televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan
las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe
todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez,
un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha
escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la
profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?
He dicho que
el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de
informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que
se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una
confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela
y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la
televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la
civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir
la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas
en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de
actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de
difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero
la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el
tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y
televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los
medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación
errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?
Pero el
estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque
ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo
que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol
era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado
cada día en diversos medios –que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria
depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole
que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se
puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la
discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo
que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más
amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y
omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo
cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.
Almacenar
nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo
es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte
sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente
(aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales).
El problema
dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el
arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos
sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo
seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que
se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su
disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de
reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético,
diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación
sistemática entre estas dos nociones.
El sentido
de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que
equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e
Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno
que no asciende al cielo. b(Traducción:
Mirta Rosenberg)
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