La evolución de Calpurnia Tate

Se tivese lido este libro uns meses antes, sen dúbida o tería recomendado no Papel de muller de Papel, porque aúna a loita dunha rapaza para saírse do camiño marcado para unha muller na súa época, con ser un libro fresco, diferente e delicioso. 

O libro comeza a relatar a historia de Calpurnia Virginia Tate, chamada "Callie Vee", no verán de 1899 nun pobo algodonero de Texas. Calpurnia ten entón "once anos e tres cuartos", é a única rapaza de entre sete irmáns e sempre se sentiu diferente.

"Yo nunca me clasifiqué a mí misma como las demás niñas. Era diferente, no era de su especie. Nunca pensé que mi futuro iba a ser como el de ellas. Pero ahora sabía que eso era falso, que yo era exactamente como las demás: se esperaba que yo entregara mi vida a una casa, un marido y unos hijos. Se suponía que dejaría mis estudios naturalistas, mi cuaderno y mi amado río. Había algo perverso en toda esa costura y cocina que intentaban imponerme, en esas lecciones pesadas que yo esquivaba y rechazaba".

Nos meses seguintes, da man do seu avó, asistirá aos avances do século que comeza: instalación do primeiro teléfono, exhibición dun automóbil, lectura da "Teoría das Especies" de Darwin, mentrés no seu interior sufrirá a revelación dunha vocación científica que non encaixa dentro do que se espera para unha moza casadeira de boa familia naqueles tempos.

"Me contó maneras de llegar a la verdad de cualquier tema, no sólo sentándose a pensar en ello como Aristóteles (un señor griego, listo, pero confundido), sino saliendo a mirar con tus propios ojos; me habló de hacer hipótesis e idear experimentos, y de compobar las cosas mediante la observación y llegar a una conclusión. Y de verificar luego la fuerza de tu conclusión una y otra vez. Me habló de la navaja de Occam, de Ptolomeo y la música de las esferas, y de que todo el mundo llevaba siglos equivocado sobre el Sol y los planetas. Me habló de Linneo y su sistema para nombrar a todos los seres vivos de la naturaleza, y de que él seguía ese sistema siempre que le ponía nombre a una nueva especie. Me habló de Copérnico y Kepler y de por qué la manzana de Newton se caía hacia abajo y no hacia arriba...Todo eran novedades vertiginosas sobre un mundo muy alejado de los pañuelos y los dedales, que me fue revelado con paciencia bajo un árbol entre abejas amodorradas y marchitas flores silvestres".